Pages

miércoles, 22 de enero de 2014

No alcanza

Espere un momento.

¿ya espero?, Ahora siga, da igual lo que haga, no sé quien es usted, incluso no sé ni quien soy yo, aunque si, soy un anónimo, que jodido es escribir así, sin lo mio, disculpe, sin lo que era hace un momento, ese tipo triste, profundamente triste que tenia algo que decir, ¿pero y yo? A-N-Ó-N-I-M-O, castigado y perplejo por esta causa que es una mierda.

A ver que resulta.

Una vez dos aves se encontraron antes de que empezara a llover, Una le dije a la Otra que la cosa se iba a poner fea, y la Otra respondió que si, que por favor le clavara el pico en la frente, y después ella lo hacia con la Una, y la Una procedió, estiro el pico y tome que la mato, ahora va usted le dijo, ¡Ey!, ¡Oiga!, no me deje aquí, mojada y sola.

No, no, no, eso de ahí arriba no tiene presentación, ¿los anónimos que conocemos?, la nada, el nado, él nado y se ahogo.

Ahora si, lea esto que se lo dedico a usted, al no se quien, a la que esta ahí, en frente, y si usted es hombres pues también, siempre resulta algo nuevo entre abrazos y besos.



Mi primer nombre es Suerte, vivo en una casa pequeñita, con una puerta para todo, entonces si me voy a bañar, cojo la puerta y la pongo para que el viento no se entre, es algo ilógico lo sé, porque vivo solo. Mi gato come siempre mejor que yo, sale a la calle a dar vueltas  pero llega a la casa escurriendo la pansa de lo lleno que viene, yo intente hacer lo mismo hace unos dias pero que va, que a mi no me va tambien, algo tiene ese maldito gato, a él le dan pan y a mi regaños ¡Trabaje, limpie esa casa, haga algo!, dicen los vecinos, sin entender que ya tengo suficiente con respirar, aceptando el oxigeno sabiendo que como me mantiene vivo, en cada inhalación me mata. Maldito nombre, ¿quien se llama Suerte?, todos tiene suerte, pero yo tengo el nombre, y le juro que no sirve de nada, es grave, gravísimo, ellos, los de afuera, creen que me va muy bien, y nunca me dan trabajo, porque creen que tengo uno mejor, no me dan comida porque piensan que como mejor, no me dicen nada porque piensan que todo me sale mejor que a ellos.
Yo, no tengo mas que un par de sueños metidos en la parte izquierda de mi pecho, y un gato, maldito gato, me gradué del colegio hace 10 años, estudie música, pero no toco ni compongo, estudie cine pero no grabo, ni imagino, deje de estudiar y me fue mejor, hago nada, y que bien resulta, siempre los de mi clase tienen mucha suerte, en todo sitio hay una vieja con ganas de ganarse el cielo, míralo tan pobresito, tan solito, tan triste, blues, blues, blues, dicen los que sueñan con el paraíso, ese lugar que hasta feo debe ser, todo tan quieto, tan perfecto, tan putamente inmundo, el caso es que ellos son los que me mantienen, a mi y al gato, maldito gato,me jodió la vida gato, lo quiero gato, deme un abrazo gato, no me deje aquí tirado gato, lleveme a la cama gato, ¿gato? ¿donde esta gato?.
Si usted quiere podría ayudarle en mis ratos de ocio, yo estudie también medicina sin venderme a una botica de barrio y después en la vida misma, me la paso tratando de resucitar muertos alcoholizados, demacrados por el destino y la falta de amor. 
Hace una semana vinieron unos tipos, que dizque quieren ayudarme, en serio preguntaba que sobre que querían ayudarme, yo estoy bien les dije, ellos respondieron que tenia que aceptar que estaba mal, pero aun así seguía sin entender, ¿que mierda quieren?, los saque de mi casa, esos tipos así siempre van a buscar que se llevan, y aun tengo un pedazito de alma que no puedo vender, ni por el chiras.
Usted, que esta ahí, tan feliz, tan contento, como en ese programa que daban cuando mis mejores amigos estaban vivos, (ahora pienso que debí haber dejado uno, para no sentirme tan putamente solo)  y mandeme un poquitico de felicidad, un abrazo, o mejor que sean dos, unos cuantos Buenas tardes, ¿como estas?, anote bien mi dirección: Todo el cielo, a su lado, en frente suyo, sobre su espejo.

domingo, 5 de mayo de 2013

Un relato sobre las cosas malas y, ahora, buenas de un día

Capitulo MCVIIL


El lado maligno de la vida.

Hoy he recibido un nuevo informe para rellenar. Mi trabajo como arquitecto se ha extendido más allá de mis obligaciones como arquitecto. En este momento debo explicar con lujo de detalles una ridícula situación que sobre la pérdida de una bicicleta.
A eso de las seis de la mañana llegaron los obreros, esos estúpidos descerebrados, y comenzaron con la algarabía. Recogieron el reguero que dejaron el día anterior -pues al final de la jornada nunca dejan las cosas en orden- para después acomodar sus pertenencias en el lugar que se les asignó para ello (una pequeña caseta junto al cobertizo de herramientas).
Algunos obreros llegan a la construcción en bicicleta y para evitar un desorden pedí a la administración del proyecto un bicicletero para los obreros. La administración aprobó el pedido y lo entregó para ser puesto junto a la caseta de los obreros.
A esas horas de la mañana (seis de la mañana), con el desorden que había en el área de construcción, uno de los hombres llegó en su bicicleta, el identificado con el número 10372875, y la dejó junto a un poste cercano a la entrada de la construcción, para más adelante, después de haber organizado el terreno, poder llevar su bicicleta al lugar asignado.
El muy estúpido pensó que su bicicleta estaría bien sin nadie vigilando y sin cadena. Ahora que ha desaparecido reclama, iracundo, una remuneración por parte de la administración del proyecto -¡Ja! eso ni es capaz de decirlo con estas palabras-.
Por eso debo redactar un informe -mejor dicho, rellenar.-, pasarlo a la administración, luego de recoger los testimonios y rectificar la historia, para que al final, hagan un pago extra al obrero y él pueda comprar una nueva bicicleta.
No tiene ningún sentido que yo desperdicie mi tiempo de esta manera. Solo soy el arquitecto, debe haber otra persona encargada de esto. Lo peor es que aún así siempre termino haciendo estas cosas.
Ahora, lo más complicado de todo el asunto, es mi propio testimonio. Debo recordar mis pasos a lo largo del día, ponerlo por escrito y contrastarlo con los testimonios de otras personas en la construcción. Es realmente irritante.
Cuando se perdió la bicicleta yo no estaba en la construcción.
Tengo dos opciones: Explicar mi ausencia o situarme en algún punto donde no duden de mi.
Pero ¿Porqué me preocupa esto?
Sucede que justo antes de llegar a la construcción encontré una bicicleta junto a un poste a tres calles de la entrada. Esta tenia un papel en donde estaba escrito mi nombre y "Un regalo". La revisé y estaba en perfectas condiciones, así que la tomé y conduje en ella hasta la estación de tren, en donde pude guardarla en uno de los compartimentos públicos.
Eso no puede ser dicho como testimonio. Seguramente pensarán que yo robé la bicicleta y el sindicato de obreros me atacaría o algo por el estilo sucedería. No puedo permitir eso; así que solo tengo una opción: Ubicarme en algún lugar donde nadie pueda dudar de mi presencia.
Es algo fastidioso pensar en eso pero no es imposible, así que llevo todo el día revisando los diferentes testimonios, acomodando mis pasos entre huecos y ángulos ciegos solo para evitar alguna extraña represalia por parte de los obreros. Que desperdicio. Siempre es lo mismo.
Todo por una maldita bicicleta robada, luego una molesta encrucijada con una sencilla respuesta.

martes, 23 de abril de 2013

Sospecha


- ¿De quién es esa boquita?
-
- Creo que no escuchaste bien la pregunta ¡dije que de quién es esa boquita!

- Tu, tu, tuya amor
- Bien amorcito. Ahora, ¿de quién es esa naricita?

- Tuya, tuya corazón.

- Eso, así me gusta, ágil respondiendo. ¿De quién son esos bracitos?

- Tuyos… solo tuyos.

- Entonces, ¿porque tuve que reventarte la boca, romperte la nariz y partirte los brazos? ¿Acaso fue porque te pusiste a ver a alguien más, en vez de mirarme a mí?

viernes, 19 de abril de 2013

Plato de segunda mesa


Seré yo un plato de segunda mesa. Tú eres un periódico de ayer, aquel en que deposité todo en muy poco tiempo. La escarcha cae del cielo. Un brillo que cae de tu pelo. Porque esto es abyecto y miserable. Insuflar egos y apagar soledades. Porque esto, solo transcurre porque no hay tiempo. Ni para ti, ni para mí, ni para él. Seré yo plato de segunda mesa. Peor es nada, dirían. Peor es nada, ¿pero por qué el temor a la nada para mí que siempre he vivido en la nada? No se puede pretender cambiar el curso de la historia. Se puede poner un parche para enmendar aquello. Pero yo no soy él, ni soy nada. Uno puede palpar la realidad desde la soledad. Uno la puede palpar desde esto o desde aquello. ¿Puedo cambiarlo? No tendría sentido. Aunque nuestro ideal sea rastrero siempre será inalcanzable. Uno solo quería algo para uno solo. Me arrestaré y portaré un escudo. Quería más de lo que podía robar. Quería más de lo que me podías dar. 

miércoles, 17 de abril de 2013

Ella no quiere que nadie me tenga


Esta no es mi gata.
Yo tengo una gata que no quiere que nadie me tenga.
Ella se mete en mi cama y dedica horas a lamer las cobijas, se recuesta con tranquilidad sobre mí y al tiempo me abandona. Usa mi cuarto, y mi presencia en él, como su cama, sala de descanso y spá.
Pero algunas noches vienen a visitarme. Pueden ser amigos con los cuales debato y bebo durante horas, pueden ser familiares que buscan una amable conversación, pueden ser mujeres que se quieran meter entre mis sábanas, puede visitarme cualquiera y ella, mi gata, no los acepta.
En cierta ocasión me senté con José a beber: dos sillas frente a frente y una buena cantidad de cerveza en la mesa. Ella, al ver la situación, entró muy elegante, deslizándose entre la puerta con mucha delicadeza, y comenzó a merodear. Primero solo circulaba en rededor de nuestros pies, su cola alta parecía enroscarse sobre nuestras piernas y luego simplemente ya no estaba. Después se montó en la cama y, tras recostarse sobre una pila de cobijas, se quedó observándonos durante un buen rato. Ya cansada de nuestra conversación, luego del tiempo que le pareció prudente, se levantó y saltó a la mesa, por la cual comenzó a caminar, empujando un poco las botellas, alertándonos del peligro inminente… amenazándonos.
Quitamos algunas botellas y no nos molestamos más, grave error, esto le molestó y, ella, sin dudar, golpeó con una pata una de las botellas que quedaban. Cayó esta en el suelo y estalló. Tuvimos que limpiar y dejar el asunto ahí por el día. Eso a ella le encantó.
Así suele actuar cuando algo no le gusta, y yo, como todo idiota enamorado, no hago nada para reprenderle.
Aún en la última ocasión, cuando ella se excedió, no fui capaz de hacer otra cosa que reírme de manera nerviosa mientras la chica se iba.
Martina y yo nos encontrábamos en la cama, nos conocíamos de dos días, no lo pudimos evitar, a ella le gustaba mi pequeña trenza y a mi sus protuberantes pechos, una reacción casi inmediata. Le había quitado yo toda la ropa y ahora lamía sus pezones mientras la masturbaba de manera brusca cuando de repente siento en mi cuello una lengua que no era la de Martina.
Era ella, mi gata. Me detuve y volteé a verla, Martina preguntó porque me detenía, yo dije que mi gata nos observaba, ella alzó la mirada y se alejó un poco al verla tan cercana. La gata aprovechó y se metió entre nosotros, bajo las cobijas, entre nuestros cuerpos desnudos, y comenzó a lamer la cobija peluda cual si fuera el pezón de su madre.
Luego de un rato, cuando  pasó la sorpresa, Martina me pidió que la sacara, yo le dije que ella no se iba a dejar, así que Martina la tomó en brazos e intentó tirarla de la cama. Mi gata respondió con un gruñido amenazante lo suficientemente agresivo e intimidante como para que Martina se detuviera.
Dejamos de lado a mi gata. Salimos de la cama y retomamos la actividad en la mesa. Se tornó más excitante, la madera fría se iba llenando de sudor y los gemidos iban en aumento… hasta que sentí en mi cuello una segunda lengua que no era la de Martina.
Nos separamos y la gata se montó sobre Martina, dio unas vueltas y se recostó sobre los pechos de la mujer. Ahí se acabó todo lo posible entre Martina y yo. Ella se quitó a la gata de encima y comenzó a recoger sus cosas.
Yo sabía que eso no se podía detener. Mi gata la persiguió hasta que salió por la puerta delantera. Nunca más supe de Martina.
Luego me recosté y esperé a que mi gata llegara.
Se acomodó sobre mi pecho y comenzó a ronronear.
Tú eres una celosa, ¿no? Lo que tienes son puros celos.
Después de  verle los bigotes un rato, dormí profundo, junto a ella, hasta el día siguiente.

domingo, 14 de abril de 2013

Innegablemente mio


Pasan los días, las horas, los minutos.
Pienso: ¿Con quién estará ahora? ¿Estará contigo?

La incertidumbre es engorrosa.

Es difícil, es difícil vivir así. Vivir pensando que en cualquier momento, tal vez justo ahora, puede estar tocándote, deslizando sus dedos por todo tu ser, besándote -como sólo él puede hacerlo-, amándote –no, eso no-.

Maldita, eres una maldita -aunque tal vez una maldita mejor que yo-. Te eligió a ti, pareces tan fresca y encantadora -pero no lo suficiente-.

No debes olvidar que él es mi amor, que aunque esté contigo solo va a amarme a mí -siempre lo hará-, que mientras te bese solo va a pensar en mí. Y que algún día, voy a regresar, regresar a reclamar lo que  sin duda me pertenece. Me pertenece porque soy quien más lo ama, tú nunca podrás igualar este amor.  ¡Disfrútalo! –  uno de estos días me desharé de ti-.  

Fascinación

Me fascina esa mujer.
Su pelo. Su nariz. Su tez.
Sus pecas. Sus ojos. Su tez.
Sus labios. Sus cejas. Su tez.
Me fascina esa mujer.
Desde que la vi.
Desde que la encontré.
Desde que me vieron sus ojos.
Desde que me habló por primera vez.
Desde que compartimos paraguas.
Desde que caminamos juntos.
Desde que me dio un cálido beso.
Desde que la penetré.
Me fascina esa mujer...
¡No puede ser de nadie más!
Sus labios.
Sus pecas.
Sus pechos.
Todos son míos.
Sus dientes.
Sus ojos.
Sus cejas.
Todos son míos.
Su abdomen.
Su sexo.
Su sexo.
Es mío. Mío.